Por Lianne Garbey Bicet
El 21 de diciembre de 1920, La Habana vio nacer a una niña destinada a cambiar el mundo de la danza. Desde muy joven, su vida estuvo marcada por el ritmo y la gracia; sus pies, ligeros como plumas, danzaban al compás de un sueño que la llevaría más allá de las fronteras de ésta, su tierra natal.