Cristales encarnados como abanicos de colores, tazas, platos, jarrones en barro, personalizados con su sello. Naturalezas muertas y hermosos papalotes como vitrales criollos conforman la obra de Amelia Peláez.
Por Marilys Suarez Moreno
Amelia Peláez amaba la cerámica y la pintura y compartió su tiempo entre esas dos expresiones artísticas. Fue una creadora con una obra muy personal, versión clásica del barroco cubano.
Un conjunto importante de sus pinturas forman parte del patrimonio nacional. Medios puntos, rejas de complicado arabesco, columnas, frutas carnosas de sensualidad, todo un caleidoscopio de luz y color salieron de las manos de esta mujer, nacida en Yaguajay, el 5 de enero de 1896 y cuya impronta enriqueció las artes nacionales.