lunes, 10 de febrero de 2025

Elegancia y fortaleza, arte y deporte, pasión en Yusymi Fontes


Por Joel Mayor Loran

Alguien diría que Yusymi Fontes Hernández consigue estar en más de un sitio a la vez. La medallista de oro en gimnasia rítmica de los Juegos Panamericanos de 1991, persigue sueños, cuida de su mamá enferma y atiende a atletas como metodóloga en la Dirección Municipal de Deportes de Artemisa.

Interviene en el espacio dedicado al deporte durante el Festival Artemisa Mestiza, porque el béisbol, tenis de campo, atletismo, baloncesto, boxeo o gimnasia también son parte de nuestra cultura y tradiciones.

Acude al recibimiento de los artemiseños campeones mundiales de Béisbol 5. Participa en el homenaje a judocas y entrenadores por sus éxitos en el campeonato panamericano categoría sub 15.

Aún se emociona al recordarse bajo los efectos de la música de Síntesis, cuando saltaba, lanzaba las clavas al aire, estiraba sus piernas como en un grand jeté de ballet, giraba sobre el tapiz y recogía sus instrumentos con precisión perfecta.

“Requiere sentido del ritmo, máxima coordinación psicomotora, precisión, expresividad… Al ejecutar vueltas, lanzamientos y diversas figuras, has de combinarlas con ejercicios del cuerpo. El grado de dificultad y el valor artístico deben brillar juntos”.

Por supuesto, esa mezcla de ballet, gimnasia y danza, esa coreografía aderezada con el uso de la cuerda, del aro, la pelota, las mazas, la cinta… y la música para mantener ritmo en cada movimiento, fascina a los espectadores.

La camagüeyana, devenida artemiseña, armonizaba sus expresiones a través de la combinación musical, teatral y técnica, con originalidad, dominio y virtuosismo en cada balanceo y giro de las mazas, tanto en paralelo como una opuesta a la otra. Tampoco fue todo color de rosas; hubo muchos retos por vencer.

“Experimentas miedos que no compartes con nadie; es parte de la preparación psicológica. Tratas de manejarlos. Muy pequeñita, alejada de mis padres, temía estar sola y, sin embargo, tenía que crecerme".

“También le temía a mis compañeras de equipo. Técnicamente, tenían un nivel superior y me atemorizaba la idea de estar por debajo. Quería mejorar y luché por eso durante toda mi carrera deportiva, porque siempre tuve colegas que se destacaban más.

“Pero creces como atleta, pasan los años y te formas con esa preparación psicológica que te dan el entrenador, el psicólogo del equipo y tú mismo, porque te vas conociendo. Tienes que ser capaz de vencer esos miedos y brindar tu mejor versión. No se logra en un minuto, sino a lo largo de tu carrera".

“El miedo al fracaso está en cada deportista, solo no puedes dejar que se apodere de ti, sino tratar de vencerlo”.


La Habana en Santiago

“En lo individual no destaqué mucho. Las mejores puntuaciones las conseguí en el equipo Cuba de ejercicio de conjunto. Me llevaron a lograr segundos lugares, también primeros en ocasiones y a mantenerme en el grupo para calificar. Éramos las reinas en el área panamericana y centroamericana.

“Mi título principal es el oro en los Panamericanos de 1991. Aunque la sede oficial de los juegos fue La Habana, las competencias de gimnasia artística y rítmica se realizaron en la Sala Polivalente Alejandro Urgellés, de Santiago de Cuba, subsede del evento.

Llegué al equipo casi al cumplir 15 años, edad ya avanzada para una gimnasta, si tenemos en cuenta que este es un deporte de corta duración.

“Era la época de Lourdes Medina, capitana del equipo de individual, en tanto yo era la del equipo de conjunto. Después de competir en todas sus disciplinas, ella se incorporaba con nosotras; tenía mucho ímpetu. Pese a ser bajita también y no tan flexible, derrochaba una tenacidad muy grande, con ejecuciones técnicas muy riesgosas de una elegancia extraordinaria”.


El amor a las clavas

Cuenta que en aquellos años solía pasar los días sobre el tapiz.

“Amé las clavas (o mazas, como se les llama a nivel internacional). Es un instrumento doloroso: cuando estás entrenando, te hacen callos en las manos. Pero les cogí cariño porque se hacen malabares y muchas técnicas, se lanzan y hacen volteretas.

Precisan de mucho manejo con las manos, los pies y el cuerpo entero. Aprendí a quererlas, aunque no fueran lo más bonito, como la cinta, que gusta a todos.

En cambio, me destaqué más con la pelota, otro instrumento difícil. Igual que el aro, se te puede salir del tapiz y pierdes muchas décimas en recuperarla o tomar otra. Les sucede a muchas gimnastas; te penalizan en la ejecución técnica. Es riesgoso, sin embargo, a mí me iba bien. Era muy cuidadosa y trataba de que no se me escapara”.

La pirámide rota

Aquellos tiempos quedaron atrás también para Artemisa. En 2024, la provincia ni siquiera intervino en la gimnasia de los Juegos Escolares.

“Hemos perdido espacios en ambas modalidades. Se practica la gimnasia rítmica solo a nivel de los Juegos Pioneriles. Actualmente, Artemisa no dispone de un espacio en la Escuela de Iniciación Deportiva (Eide). Entonces, se rompe la pirámide y la motivación de un atleta de representar a su provincia en Juegos Escolares.

Preparas a tus niñas hasta los ocho años en tu combinado deportivo. Después, esa pequeña queda sin el incentivo de ir a unos Escolares. Puede participar por su cuenta, pero no hay cuota en la Eide.

Los resultados no eran buenos: siempre en los últimos lugares. No obstante, creo que nunca se debe cortar el árbol, sino tener paciencia; hay entrenadoras que seguíamos con deseos, y pudimos comenzar un trabajo de cero, no para verse ese año sino en dos, y conseguir un despertar.

Se cerró una valiosa plantilla de entrenadoras que se vieron en la necesidad de buscar otras ocupaciones. Nos desmotivamos. No le vemos sentido a una gimnasia rítmica sin espacio en la Eide de nuestra localidad.

De volver a tener matrícula, será posible recuperarnos, con deseo y voluntad. Aportaremos nuestros conocimientos. Hay muchas niñas con calidad que están en la danza y otras manifestaciones… y pueden ser buenas atletas.

A mí la gimnasia me apasionó. Soy camagüeyana de nacimiento, y allá en el municipio Minas, en mi generación, esa era una cantera muy grande. Todas las niñas pasaban por el área de esa disciplina, tuvieran condiciones o no; luego depuraban.

Jorge Pedroso, mi profesor de Educación Física, fue quien se dio cuenta de mi flexibilidad natural y elasticidad. ¡Cuánto le agradezco! La gimnasia desarrolla en la mujer el ritmo, el virtuosismo, la camaradería y tantos valores que compartir con otros. Te forma para la vida como una mujer elegante… y a la vez arriesgada y fuerte”.

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