lunes, 24 de febrero de 2025

El alma del levantamiento


    Foto: Tomada de Periódico Escambray


“Con su gesto y con su guerra necesaria, cuya victoria hubo de ser mutilada y escamoteada, dejó para el futuro, es decir, para las generaciones continuadoras, un ejemplo imperecedero. Aniversario 130 del Grito de Baire".


Por Marilys Suárez Moreno

Desgraciadamente, José Martí, nuestro Héroe Nacional, no pudo ser partícipe directo de la Guerra Necesaria que había organizado, dirigido y puesto en marcha el 24 de febrero de 1895. La obra a la que consagró los años más fecundos de su vida, lo perdió tempranamente, como premonitoriamente expresó a su entrañable amigo mexicano, Manuel Mercado, en carta inconclusa. Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber. 

Apenas tres meses después del inicio de esta gesta emancipadora caía en Dos Ríos. Con su muerte, Martí ratificaba con las armas en la mano, su disposición de luchar por la independencia de Cuba. 


Tal como había anticipado en su discurso del 26 de noviembre de 1891, ante los tabaqueros de Tampa, al hablar de lo hermoso que sería morir a caballo, peleando por el país, al pie de una palma. Y la revolución perdía al ideólogo más radical del siglo XIX en Latinoamérica y a su estratega fundamental. 

En sus ideas directoras como en sus métodos, escribió Juan Gualberto, hay originalidades que revelan en José Martí que las concibiera, las condiciones envidiables del estadista previsor y genial. Y justamente en manos del propio Juan Gualberto estaba la orden de alzamiento suscrita por Martí para los patriotas de la Isla.

Su dignidad de cubano honesto no le permitió permanecer impasible ante la guerra, en la que él era no solamente su organizador y conductor, sino el alma de aquella gesta. 

Por eso, cuando en el campamento en el que en ese momento estaba a cargo se recibieron noticias de que había tropas españolas siguiéndole el rastro a Gómez, no lo pensó dos veces para salir temerariamente a cumplir con su deber, no buscando la muerte, sino para cumplir con su rol histórico, aunque ello implicara el riesgo de la muerte también.

Ético, justo y noble, Martí aunó a un lenguaje de elevadísima hondura, pensamientos que son lecciones de sabiduría. Ese fue el sentido de su vida. 

Una vida a la que nos acercamos un poco más en fechas como la de este 24 de febrero, aniversario 130 de aquella contienda concebida por él con un carácter esencialmente democrático-popular. Su imagen y recuerdo están más presentes que nunca en el corazón de su pueblo que, a la distancia de la memoria, lo honra.

   





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