Por Marilys Suárez Moreno
El mes de febrero se asocia con el amor y repercute aquí y allá su día 14, porque es el día del Amor y la Amistad y, por ende, una ocasión especial de celebrar el amor en todas sus manifestaciones, independientemente de la raza, sexo o credo que se profese.
Una celebración que merece ser recordada porque se ama todos los días, pero este en particular, el amor habla su mejor lenguaje.
Ese que se alimenta de la ternura, el deseo, el respeto, los pequeños detalles. Emociones placenteras, porque en ellos volcamos lo mejor de nuestro ser hacia la persona amada.
Claro, el amor se empodera de la atracción, y es como un imán. Cupido, ese niño travieso presto a herirnos con sus dardos amorosos, lo sabe muy bien, y así no más, quedamos atrapados en esa otra dimensión que creemos solo nuestra y que en verdad pertenece a los enamorados en cualquier parte del mundo.
Los 14 de febrero, fecha en la que San Valentín, santo o sacerdote, se erige como el patrón del amor, es siempre especial, porque nos sentimos felices de estar enamorados y amar también a los que nos rodean.
Como dijo el gran Víctor Hugo, “Amar es saber decir te amo sin hablar”. Ciertamente, el amor tiene muchos lenguajes para expresarse, y el de los ojos, espejo del alma, según se dice, es quizás, el más socorrido, porque basta una mirada para dejar hablar al corazón.
Y se ama por extensión a la pareja, la familia, la Patria y a todo lo hermoso que nos rodea y nos hace la vida más grata. Felices los que aman y sueñan hasta despiertos, porque como diría Silvio, Solo el amor engendra la maravilla.
Gran verdad que los enamorados del amor y de la vida saben, porque ese estremecimiento que nos sacude el cuerpo, sobre todo cuando es recíproco, llena nuestro universo personal de sueños, anhelos y expectativas. Sin olvidar que el amor no entiende más lenguaje que el de la ternura, la comprensión, el reconocimiento, la pasión y el respeto.
Y sí, el amor todo lo puede cuando se legitima la confianza y prevalece la capacidad para establecer relaciones interpersonales de respeto a la valía de cada quien, de aprecio a los intereses, necesidades y sentimientos de las mujeres, en particular, muchas de ellas sujetas hoy día a la violencia física, al maltrato psicológico y hasta el económico como una estrategia de dependencia.
Pero volvamos a la parte romántica e idílica de la fecha, y es que a veces, nos creemos dueños del universo porque amamos y somos amados, pero en las cosas del amor todos somos exclusivos y, como tantos otros asuntos de la vida, cada quien aplica su propia receta.
A fin de cuentas para amar no hay fecha fija ni hora exacta, porque todos los días ignorados amantes surgen por doquier, sorprendidos por esa pasión que llega por los caminos de la vida y por muy personales experiencias.
Eterno o efímero, como la propia existencia, pero necesario, útil, purificador y hermoso cuando sabemos cómo generarlo en los demás, el amor y sus infinitas maneras de sentirlo y demostrarlo toman protagonismo especial este día del Amor y la Amistad y se hace sentir de mil maneras. Tantas como la pasión, el ingenio, la imaginación y los deseos las unan.
Disfruten, pues, cada instante del placer de amar y ser amado y, por ende, de festejar la vida, nuestro mayor tesoro, porque el amor no tiene fecha de vencimiento, aunque en ocasiones, tras un desengaño, puede pensarse que sí la tiene.
Felicidades a los que aman y fundan, en especial a nuestras queridas lectoras.
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