Por Marilys Suárez Moreno
Rubén Martínez Villena eslabonó con su actuación noble ante la vida, una historia de lucha y entrega hasta su misma muerte en plena juventud.
La muerte del abogado, poeta y revolucionario Rubén Martínez Villena, el 16 de enero de 1934, tras contender también contra la tuberculosis, frenó una vida sin descanso ni pausas, pero nos dejó su legado.
El bravo hijo de Alquizar, donde nació en 1899, debutó en la vida pública con la famosa Protesta de Los Trece y desde entonces su entrega revolucionaria no tendría más razón que la lucha sin tregua, pues formó parte de La Universidad Popular José Martí y lidió todo el tiempo contra la dictadura machadista que ensombrecía el país.
Figura destacada del panorama político de las primeras décadas del siglo XX, Martínez Villena fue consciente de la necesidad de establecer vínculos entre la clase obrera y el estudiantado, grupo más radical de la sociedad de la época, y como tal fue invitado por Julio Antonio Mella al Primer Congreso Nacional de Estudiantes, fungiría luego como uno de los líderes fundadores del primer Partido Comunista de Cuba junto a Carlos Baliño.
Tenía 34 años y una enlazada actuación de lucha cuando murió. Para entonces, Rubén Martínez Villena, el poeta de insomne pupila, abogado y revolucionario se había convertido en voz prominente del panorama político de las primeras décadas del pasado siglo y su historial lo avalaban sus vínculos con la clase obrera y el estudiantado, su amor a la patria.
Rubén amó y fue amado, pero en la saga de su existencia el recuento de una vida entregada a la lucha en la que latía la conciencia, la memoria, la necesidad expresiva de un joven poeta y de un revolucionario cabal hasta su último aliento, contendieron para cuando se diese el grito de libertad ofrendar hasta su propia vida.
Machado, quien se jactaba de que ninguna huelga le duraría más de tres días, había arreciado la persecución y los asesinatos de líderes obreros y estudiantiles, entre ellos el de Julio Antonio Mella, lo que no frenó el batallar obrero y estudiantil aliado que protagonizaron hechos con liderazgo del joven Rubén, como la histórica huelga del 20 de marzo de 1934, manifestación mayor de su oficio de revolucionario.
Aquella huelga de marzo de 1934, no solo fue una expresión del bregar revolucionario de Villena, sino que marcó para el país el inicio de una nueva etapa de lucha. Luego, el carismático líder estuvo junto a Mella en la fundación de la Liga Antiimperialista y la Federación Anticlerical.
Hay que decir que su pensamiento político tuvo la influencia de Don Fernando Ortiz, con quien trabajó en su bufete. Agravada su tuberculosis no cejó en la lucha y desde el hospital, apenas sin fuerzas, pero consciente de la importancia de aquel paro, dirigió la huelga general de 1933 que derrocó a Machado y organizó el IV Congreso de la CNOC, conocido como Congreso de Unidad Sindical.
Su vida se apagó poco después en una cama del otrora sanatorio La Esperanza. Desde entonces, el poeta de pupila insomne y ejemplo permanente para la juventud cubana de todos los tiempos, devino eterno legado.
" Tengo el impulso torvo y el anhelo sagrado de atisbar en la vida mis ensueños de muerto"
¡Oh la pupila insomne y el párpado cerrado!
(¡Ya dormiré mañana con el párpado abierto!).
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