sábado, 7 de diciembre de 2024

La epopeya de su vida


Diciembre siete de 1896, caída en combate del Lugarteniente general Antonio Maceo Grajales.



Por Marilys Suárez Moreno

Dos días después de iniciada la Guerra de los Diez Años (1868-1878), se incorpora Antonio Maceo Grajales, junto a sus hermanos Justo y José, a la contienda iniciada en La Demajagua por Carlos Manuel de Céspedes. También lo hicieron Mariana Grajales, su heroica madre; Marcos Maceo, el padre, y María Cabrales, la esposa del que todos conocerían como el Titán de Bronce.

Para entonces, Antonio era un joven mulato de solo 23 años y muchos ímpetus. Todos los integrantes de aquella familia de héroes, tanto hombres como mujeres, fueron tomando su puesto de combate en la manigua redentora.

Pero ¿qué motiva que un hombre cómo él y sus hermanos, y mujeres como su propia madre y esposa, se involucren en una guerra tan feroz y que, a la postre, le provocara tantos sinsabores y pérdidas dolorosas, y que nunca pudo ver terminada?

El mayor de los Maceo era poseedor de una grandeza inigualable y la familia donde nació y se crió no le iba a la zaga. A él y a los suyos los unía un sentimiento común: ver libre, sin yugos o ataduras, a su patria.

Se había enrolado como simple soldado en la guerra , antes de que llegara el alba de ese primer día de su alistamiento con su hermano José, tan bravo como él, en Ti Arriba, la bisoña tropa cubana estaba en combate. Su audacia y el valor demostrado en el enfrentamiento le ganaron un primer ascenso a sargento y, a menos de un año de comenzada la lucha, ya Antonio era teniente coronel y mostraba su primera herida de guerra.

De hablar pausado y mesurado en sus juicios, mucho aprendió Maceo con Máximo Gómez, quien fuera el maestro militar del corajudo joven. Juntos, libraron campañas militares y acciones de guerra de gran envergadura. El Titán no solo era ímpetu, sino también sagacidad y astucia, puestos de relieve en las numerosas acciones combativas en las que participó a lo largo de 28 años de épicas batallas.

En referencia a Maceo y a su posición ante el Pacto del Zanjón, se acota esta idea del Generalísimo dominicano: “Existe negociación cuando se hacen concesiones que no afectan los intereses del pueblo. Cuando se hacen concesiones, hay capitulación”.

Ello explica su sorpresa e indignación ante la firma del Pacto del Zanjón, que no propiciaba ni la independencia ni la abolición de la esclavitud. También su negativa viril, valiente y firme a oponerse a dicho acuerdo, máxime cuando acababa de vencer al Batallón de San Quintín, el cuerpo más renombrado del ejército español en Cuba, haciendo triunfar la revolución y ésta era rendida en el Camagüey, donde era firmada una paz rechazada de plano por Maceo y otros jefes mambises, protagonistas de un hecho que quedó plasmado en la Historia de Cuba: la Protesta de Baraguá.

Valga recordar que el reputado Batallón de San Quintín, con más de 400 hombres bien pertrechados al mando de Alonso de Santocildes, fue cercado y acosado por las tropas del General Antonio durante tres días de fiero combate. Instados a rendirse una y otra vez por las fuerzas mambisas, la respuesta fue digna: “!San Quintín muere, pero no se rinde!”, lo cual ganó la admiración del íntegro General cubano, quien exclamó: “Nunca diré Viva España, pero sí les puedo gritar ¡Vivan los valientes de San Ulpiano!”.

En esta batalla, el Titán de Bronce mostró otra faceta de su condición humana, devolviendo a los heridos y prisioneros tomados entre jefes, oficiales y tropas. No obstante, la victoria se opacó con la firma del Pacto del Zanjón, justo por esos días de febrero.

El combate y la pelea sin tregua convirtieron a Antonio Maceo en uno de los más valientes generales del Ejercito Libertador.

El 7 de diciembre de 1996, el Titán de Bronce libraba en San Pedro su último combate, en la hazaña militar de la Invasión que aseguró el triunfo de las fuerzas mambisas contra el colonialismo español. A su lado, intentando rescatar su cadáver, dejó la vida su joven ayudante e hijo de Máximo Gómez, Panchito Gómez Toro.

El pensamiento y acción del hombre que dedicó su existencia a la libertad e independencia de Cuba están presentes en el devenir patrio.

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