martes, 26 de noviembre de 2024

Histórico simbolismo


En el octavo aniversario de la muerte del máximo líder de la Revolución  cubana, Fidel Castro Ruz. Foto: Tomada de Granma


Por Marilys Suárez Moreno

Un 25 de noviembre del año 1956, partió del puerto de Tuxpan, en México, el yate Granma con su  carga de heroicos expedicionarios. Fecha que en histórico simbolismo coincidió con el deceso en igual día de noviembre, del año 2016, del jefe de aquella expedición y timonel imprescindible de la Revolución cubana, que fraguó y engrandeció con la fuerza de sus acciones e ideas, cumplido su compromiso de ser libres o mártires.

Y luchó con denuedo para lograrlo, partiendo de su temprano liderazgo en la Universidad, cuando levantó en armas a una joven generación de jóvenes empeñados en no dejar morir al Apóstol en su Centenario y que lo llevó a enfrentar y vencer a un ejército regular, entrenado y asesorado por los Estados Unidos, partiendo de solo siete hombres, que les bastaron para  llevar adelante la Revolución” .


Han transcurrido ocho años desde el fallecimiento de quien es considerado el estadista más significativo de Latinoamérica en más de 200 años de independencia formal, reconocido y respetado aun por sus propios enemigos. Un Fidel que parece revivir en el tiempo con toda su potente influencia política y su heroísmo engrandecido. 

Presente en el trabajo, los temporales o entre las balas, como hizo en los días de Girón. Un líder de visionario pensamiento y ética que palpita en el corazón grande de su patria que lo ama y respeta en su eternidad.

En Birán, su tierra chica, cimentó su espíritu quijotesco en el aprendizaje de lo que sería el inicio de una nueva etapa en la historia de Cuba, con el asalto al cielo que resultó el Moncada. Y con esa luz larga que le hacía ver más allá de todo, zarparía aquel 25 de noviembre en la expedición libertadora del Granma, comprometido con la libertad y la victoria.

“Amamos en ti a la Patria”, le escribió Vilma Espín, la Presidenta de la FMC a Fidel, justo cuando éste cumplía 70 años. Tiempo después lo reafirmaría Teresa Amarelle Boué, la secretaria general de la organización, al destacar cómo en 1959 Fidel cambió la historia y la vida de las mujeres, promoviendo su igualdad y participación en la sociedad, involucrado personalmente en el trabajo de la Organización que rectorara y fuera partícipe de su labor, actividades y eventos, tanto como de sus conquistas: 

“Es que sin su presencia y su obra no pudiéramos exhibir los logros que hoy sintetizan el rol de la mujer”, diría.  

La partida física del hombre de extraordinaria dimensión que desafió a la historia e hizo una revolución auténtica en pleno siglo XX, es hoy ejemplo y compromiso para su pueblo, porque  seguimos contando con el legado de aquel timonel que se crecía en las dificultades y que perseguía con firmeza las metas, trasmitiéndonos en su obrar imperecedero la fuerza que lo caracterizaba y que tanto nos asombraba y admirábamos en él.

Por eso lo imaginamos como siempre estuvo, gestando ideas y accionando, acompañando a su pueblo en las buenas y en las malas, feliz, seguramente, de verlo enfrentado y crecido una vez más ante ciclones arrasadores como los que ahora mismo nos asolaran y, hasta un sismo, por demás, pero dichoso del empuje de los hombres, mujeres, jóvenes y viejos de su pueblo que, como nos enseñó él con su ejemplo, se crece, recupera y sigue adelante, fortalecido y animoso.

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