martes, 6 de agosto de 2024

Los secretos para que una finca se convierta en La Milagrosa ( II )



Por Aimé Sosa Pompa y Lianne Garbey Bicet

Niurka Maqueira Licón vive orgullosa de ese suelo ferralítico y de las bondades del injerto de las manos de su esposo Gabriel Suárez Lorenzo, que han hecho posible que sea hoy una campesina con muchos sueños por alcanzar, mientras siembran y cosechan cada día los frutos de sus persistencias.

Con ellos caminamos una buena parte de La Milagrosa, esa finca ubicada en La Leyva, San José de las Lajas, Mayabeque; mientras acompañábamos a Anielka Fernández Del Monte, integrante del Secretariado Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), quien, por cierto, se está encargando de conectar a mujeres productoras de todo el país.

Más allá de ese espacio verde frondoso y los muchos adjetivos posibles que atesora esa sola hectárea, entre los atractivos de esta finca destaca un aguacate de más de cinco libras de peso y excelente sabor, que viola la dicogamia protoginia y no necesita de otra variedad para fecundarse; lo cual, al decir de Gabriel, le confiere un alto valor a la especie. “Este es un ejemplo, pero tenemos muchos más que podemos mostrar aquí. Nosotros tuvimos una planta de laurel, por esquejes, que queremos reproducirla para que todo el mundo en su casa tenga una planta de laurel. Incluso vendérselo hasta los hoteles, las plantas chiquiticas, para que no se tenga que importar laurel, que es tan caro para el país”.

De igual manera, impulsan desarrolladas técnicas de injerto, que les permiten producir múltiples variedades de especie de una planta en un mismo pie. “Hay un grupo de plantas que tenemos en vivero, como el aguacate y el mango, que queremos educarlas para injertarle dos o tres tipos de variedades de la misma especie a la propia planta. Así, una persona que tenga un patio chiquito, que nada más pueda sembrar una planta, siembra una, pero con dos o tres tipos de mango, dos o tres tipos de aguacate. Eso es algo que no se ha logrado en Cuba, que no es típico del país y queremos ver cómo se logra”.

Niurka nos confiesa que es Gabriel quien la ha adiestrado en casi todo lo que sabe y aplica, pero entre sus propósitos cercanos está que él le enseñe a injertar, pues todo el mundo asegura que él tiene una mano prodigiosa para eso: “Desde muy pequeño aprendí a injertar con mis abuelos, pero además en el politécnico tuve la gran posibilidad de estar casi tres años preparándome con una persona de mucha experiencia: uno de los mejores injertadores que había en Cuba. Trabajaba en el Banco Nacional de Cítricos, Frutales, de Alquizar, le decían Chicho. Él me enseñó mucho: además de las cosas de los libros, todos sus secretos desde el punto de vista práctico”.


Pero la labor de Niurka y Gabriel va más allá de la producción. Ellos están comprometidos con la educación de las nuevas generaciones y quieren que todos los que puedan también se enamoren de estos temas agrícolas, con el desarrollo del turismo rural y científico en su finca. “Queremos lograr la integración de las escuelas; es decir, que vengan aquí los niños desde la enseñanza primaria, para comenzar la formación vocacional hacia las carreras agropecuarias desde estas edades. Pues nosotros somos un país eminentemente agrícola y es algo que no podemos dejar de realizar: trabajar con las nuevas generaciones para que se enamoren de la agricultura, de la agronomía como tal, que es una ciencia muy amplia, muy bonita”, explican ambos.

Van más allá de lo milagrosa que pueda ser esa extensión de tierra, porque están apostando a que su experiencia sea extensiva, no sólo para su localidad, sino también para toda la provincia y el país. Están, se pudiera decir, montados en un propósito vital, pues como mismo reafirma Gabriel, en el futuro se puede convertir a Cuba en un referente de agricultura sostenible.

“Hay muchos investigadores de otros países que vienen a Cuba, entonces queremos que vengan también para que se preparen aquí, porque podemos transmitirles nuestros conocimientos desde el punto de vista práctico y enseñar los logros que tenemos en el propio escenario”, explicó.

Actualmente, sus producciones también benefician a personas e instituciones de la comunidad, como las escuelas y los círculos infantiles, que han recibido varias de sus posturas y cultivos. En lo adelante, con este Proyecto de Desarrollo Local (PDL), ellos prevén la construcción de una mini industria y otras pequeñas instalaciones para la cría de cerdos, gallinas y conejos; cuyos desechos servirán para la lombricultura y otros biofertilizantes, así como para fomentar una línea de producción acuícola, que potenciará aún más su proyecto de economía circular.

Precisamente, ese es un asunto que los tiene en plena ocupación, con alternativas agroecológicas y aplicando la ciencia y la técnica, para resolver en gran medida no solo la producción de alimentos, mejor aún la de alimentos sanos, sin sustancias nocivas que dañen la salud. Por eso ellos insisten tanto en las tradiciones y el rescate de prácticas ecológicas que antes se hacían.


Gabriel, para matizar una despedida en este encuentro, tiene unas palabras para las mujeres cubanas: “Que sigan el ejemplo de mi esposa, que se involucró desde hace muchos años junto conmigo, se enamoró del trabajo en el campo, ya ella hoy está más enamorada que yo de la finca, porque realmente le gusta. Y quiero decirle que más cuando se empiezan a ver los resultados y los frutos. Muchas personas de 70, 80 años, los que tienen huertos en sus casas, en los techos, vienen a buscar posturas y plantitas, conversan y se quedan aquí dos, tres horas y no quieren irse. Entonces eso es importante; cuando uno ve esas cosas, uno se enamora de lo que hace. Porque es fruto realmente del trabajo”.

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