lunes, 12 de agosto de 2024

El adiós de la judoca de oro



Por Marilys Suárez Moreno

La Judoca de Oro, así nombré a Idalys Ortiz Bocourt en un artículo para Mujeres hace algunos años. Por entonces, se había puesto al cuello su primera medalla de oro en las Olimpiadas de Londres 2012, tras vencer a su rival en el tatami y entonces monarca del orbe en Tokio 2010, Mika Sugimoto, en su misma división de los 78 kilogramos. Un reconocimiento que, tras la decisión unánime de los jueces que votaron a su favor, le dio la victoria a la cubana de 22 años, que esperaba con ansiedad el veredicto. Había llevado todo el tiempo la iniciativa, pero la nipona era una rival de consideración que, incluso, la sobrepasaba en peso.

Y este llegó colmando de júbilo el tatami del Excel Center de Londres y a Cuba entera. Fue la suya la segunda de las cinco medallas de oro conquistadas por nuestro país en aquellos Juegos Olímpicos y la ganó una mujer. Vendrían otras muchas, con reconocimiento aparte para el gordo Rolando Veitia, el hombre que puso el judo femenino cubano en los planos estelares con judocas de la talla de Idalys, Estela Rodríguez, Legna Verdecía, Odalys Revé, Driulis González y Sibelis Veranes.

Ahora, con 34 años, la oriunda de Pinar del Río y reina del tatami asistió a sus últimos Juegos Olímpicos en París 2024. Aspiraba a poner broche de oro a su carrera en los tatamis nacionales y del mundo, máxima aspiración de atletas como ella, y buscar su quinta medalla olímpica; pero no pudo.

Su palmarés lo escudaban cuatro medallas olímpicas (una de oro, dos de plata y una de bronce), ocho mundiales y cuatro coronas. En los Juegos Panamericanos consiguió cinco preseas entre los años 2011 y 2023.

Más que un objetivo, para ella era un sueño que sabía difícil de lograr. A esta cita asistió con dificultades en su preparación y menos joven, pero decidida a culminar sus 20 años en el deporte activo, como todos los deportistas del mundo desean, asistiendo a unos Juegos Olímpicos. París no era su primera Olimpiada, pero sí la última y ansiaba quedar bien en la despedida de su carrera.

Cayó en octavos de final ante la serbia Milica Zabic, que aprovechó la potencia de su juventud y le sacó de momento tres shidos por pasividad, algo casi imposible de creer en una judoca de la estatura de Idalys Ortiz; pero son cosas del deporte y de la vida misma, que pasa cuenta a los años y al estrés competitivo.

“Me imagino que todos estaban a la expectativa. Creo que no cumplí con el voto de confianza de haberles dado una medalla, pero creo que di lo mejor de mí, que para mí es lo más importante”, expresó tras el combate la leyenda femenina del judo cubano.

La reina del tatami en la división súper completa, la que más medallas ha dado al país bajo los cinco aros olímpicos, la judoca de oro de Cuba se despidió con la reverencia acostumbrada y su sonrisa de siempre. Inconforme consigo misma, quizás, pero satisfecha en su fuero interno por tanta gloria acumulada y felicidad compartida con los suyos, su pueblo, que también la despide sin llantos, reconociendo su trayectoria de atleta estelar, sus triunfos y estirpe de campeona, su ejemplo para las que le siguen y deseándole éxitos en los nuevos empeños que a partir de ahora acometa.

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