jueves, 11 de enero de 2024

Celia, la primera soldado del Ejército Rebelde


Por Marilys Suárez Moreno

Media Luna, no olvida a la mujer que allí nació un 9 de mayo de 1920 y que trascendió a la historia patria con el nombre de Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley.

La hija de Manuel, médico y dentista de profesión, quedó huérfana de madre a los 4 años y el vínculo del padre con la hija, en un hogar adelantado a la época por sus costumbres, transitó por los ideales liberales y solidaridad de Manuel con los vecinos del lugar, la alegría y el alboroto constante de sus 9 hijos e hijas y la dedicación, entrega y patriotismo de la familia toda.

Hurgar en las cualidades de Celia sería como bucear en la sencillez, la cordialidad, la ternura, aunque muchas más, fueron las virtudes que la adornaban y que honraban sus raíces martianas y muy cubanas.

Alcanzada la madurez política suficiente para sumarse a la lucha contra Batista, tras haber realizado anteriormente tareas organizativas para el Partido del Pueblo Cubano Ortodoxo de Eduardo Chibás, del que su padre fue un eficaz colaborador, Celia se suma a la conspiración contra la dictadura de Batista y estuvo desde el mismo cuartelazo en la primera línea de combate hasta su muerte el 11 de enero de 1980.

Combatiente de la clandestinidad y la Sierra, su entrega fue completa y absoluta a partir de aquel año 1956 de riesgos y convicciones en que el Granma arribó a Cuba con sus 82 expedicionarios para hacer historia. Dirigía ella en aquel entonces el Movimiento en la región de Pilón y por su responsabilidad y sentido organizativo fue pieza clave en el apoyo al desembarco de Fidel y los demás expedicionarios. Y junto a Frank, quien dirigió las operaciones en Santiago de Cuba, se encargó de buscar y preparar a nuevos combatientes, recolectar armas y crear núcleos de apoyo al Movimiento y una red de campesinos colaboradores.

Su excepcional intuición, sensibilidad e inteligencia, unido a su valor personal, demostrado en los días mas difíciles de la guerra y su lealtad a Fidel, quedaron en la historia, porque Celia tejió una hermosa historia de lucha, altruismo y sentido del deber, imposible de olvidar

A partir de ese momento la hija de Manuel y Acacia intensificó su labor de aseguramiento en toda el área de la actual provincia de Granma, desde Media Luna hasta Pilón, Niquero y Manzanillo. A ella se debió el suministro de víveres, medicinas y recursos diversos y la preparación e incorporación de refuerzos a la tropa guerrillera en la Sierra Maestra. Su apoyo fue inestimable, pues fue la mujer que incorporó a la guerrilla a los primeros campesinos y también la primera en empuñar el fusil como soldado e integrarse al Ejército Rebelde. Asimismo, fue la promotora del Pelotón femenino Mariana Grajales.

Incesante y total fue su comunicación con Fidel, al que se había ligado desde la salida de los moncadistas de la prisión, en 1955. Su trabajo permanente junto al líder revolucionario cubano es reconocido por su lealtad a Fidel, al extremo de convertirse en uno de los hechos más tiernos, hermosos, humanos y revolucionarios de toda la historia de Cuba, según opinó el desaparecido revolucionario e intelectual Armando Hart.

Este l1 de enero, cuando recordemos el aniversario 44 de la desaparición física de la mujer considerada imprescindible de la Revolución, “su flor más autóctona y la honremos desde la memoria por su historia de vida, no olvidaremos a la Celia altruista, solidaria, consagrada y sensible que se ganó por derecho propio el corazón del pueblo cubano.

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