viernes, 1 de septiembre de 2023

Tania, la Tamara guerrillera

 


Tania, la única mujer del destacamento guerrillero del Che en Bolivia, pasó a la historia convertida en leyenda.


Por Marilys Suárez Moreno

La víspera del 31 de agosto de 1967, una compañía de soldados dirigida por el capitán Mario Vargas se apostaba en dirección a Masicuri, ultimando los detalles de la emboscada.

La delación del campesino Honorato Rojas, un lugareño de la zona, los había llevado hasta allí. Un objetivo los guiaría, al día siguiente, cuando el grupo guerrilleros intentara cruzar el vado del río, en el lugar conocido como Puerto Mauricio: serían emboscados y asesinados.

Así sucedió. Cuando el llamado grupo de La Resaca, conducido por el guerrillero cubano Juan Vitalio Acuña (Joaquín), se internaba en las aguas del río, una lluvia de balas los recibió. Se dice que una de las primeras en caer fue Tania, atravesada por una bala en el pulmón. Vestía una blusa a cuadros y en su mochila llevaba sus discos preferidos y una poesía: ¿Nada será mi nombre alguna vez? ¿Nada dejará en pos de mi en la tierra? Al menos flores, al menos cantos...

Hoy sus restos descansan en Cuba, en el Mausoleo del Che en Santa Clara, al lado de su jefe, el inolvidable Guerrillero Heroco y los del destacamento guerrillero que allí se honran.
 
No faltan las flores, las visitas ni los cantos revolucionarios del pueblo cubano que la acunó como hija propia y la de visitantes de muchos lares que glorifican la entrada a la inmortalidad del Che, su guerrilla y la de la única mujer que la integró.

Haydée Tamara Bunke Bider era su nombre, aunque tuvo muchos otros en su corta vida de revolucionaria, si bien pasó a la posteridad bajo el de Tania la Guerrillera.

Había nacido en 1937 en Argentina, país donde sus padres, comunistas alemanes, se habían asentado tras la llegada nazi al poder.

Era una mujer cuyo compromiso con la Revolución cubana fue determinante para que formara parte del proyecto guerrillero de Ernesto Che Guevara, en Bolivia.

Ita, como ella misma se decía cuando apenas se empinaba del piso, se estableció en Alemania cuando sus padres regresaron al país. Allí cursó el bachillerato y militó en las filas de la Juventud Libre de Alemania, manteniéndose, por demás, muy informada de los que acontecía en América Latina y en Cuba, tras el triunfo de la Revolución.

Era una joven idealista, con muchos sueños e ilusiones y altas metas que cumplir. Gustaba de la música, en especial de la folclórica; hablaba varios idiomas y vivió apenas 30 años, pues la asesinaron a los 29 de edad.

Su historia es muy conocida por las y los cubanos, aunque también ha sido muy tergiversada, valga decirlo.

Ita conoció al Che cuando este visitó la otrora República Democrática Alemana, al frente de una delegación cubana, y ella y su madre fungieron como intérpretes a una delegación cubana de visita en Berlín. La unía al Che lazos comunes, como la nacionalidad argentina, y muy profundas ideas revolucionarias.

A Cuba arribó la joven argentina-alemana-cubana en 1961 y enseguida se hizo miliciana y estudiante de Periodismo en la Universidad de La Habana. Trabajó como traductora para el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) y el Ministerio de Educación, pero los cuatro años aquí vividos los pasó mayormente en la Federación de Mujeres Cubanas, donde cosechó mucho cariño y admiración, tanto por su laboriosidad como por los entrañables lazos que hizo con la mayoría de las compañeras que entonces trabajaban en su dirección nacional.

Tamara trabajó hasta su partida de Cuba en 1964, cuando marchó convertida en Laura Gutiérrez Bauer, etnóloga, especializada en antropología, cuya misión real era mantener las bases urbanas para la guerrilla en Bolivia.

En uno de sus viajes al campamento del Che, fue delatada por unos traidores y se vio obligada a quedarse en la guerrilla, destinándose al grupo o pelotón de La Resaca, que comandaba Vitalio Acuña, el Joaquín de la guerrilla.

Tania, la única mujer de ese destacamento guerrillero, pasó a la historia convertida en leyenda.

Su vida de luchadora internacionalista siguió la ruta del Che por la selva boliviana y hasta dicen los lugareños que, en los días de niebla, una joven mujer emerge del río que le sirvió de lecho en su muerte.

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