lunes, 4 de septiembre de 2023

Acepta tu cuerpo

 Por Aime Sosa Pompa


¿Qué pasa cuando no estás conforme con el cuerpo que tienes? Es una pregunta que no tiene edad y ha estado acompañando a las mujeres desde hace mucho, mucho tiempo.

Casi siempre, al abordar ese asunto, se comenta sobre el peso adecuado, mantener un organismo sano, con unos huesos fuertes y bien alimentados; pero también este tema se puede apreciar desde un punto de vista espiritual.

Y es que cada persona --que es un mundo, por demás-- tiene un concepto de bonitura diferente. La cuestión es que el espejo no miente y casi nunca muestra a una modelo de pasarela. Por eso quiero que reflexiones sobre esta interrogante: ¿aceptas tu cuerpo?

Primero, te propongo que hagas una prueba o un tipo de experimento para que te respondas a ti misma cómo te ves hoy.

Mírate en el espejo, no sé si estarás parada frente a la cómoda o todavía sigues en la cama, pero a veces desde ahí uno se puede ver…. O mejor, observa tu cuerpo, pasa la vista por tus brazos, tu barriga, las piernas…. ¿Estas satisfecha? ¿Te gusta lo que ves? ¿O de cierta manera, ya te resulta difícil ver lo que hay más abajo del ombligo? Esto último es una broma.

De antemano, te recuerdo algo sencillo: tienes que aceptar lo que te ha dado la naturaleza, lo que te ha proporcionado tu estilo y modo de vida, para entonces comenzar a cambiar lo que hace falta o cuidarlo aun más.

Barrigas sobresalientes, asentaderas o traseros llenos de grasa que casi nunca puedes ver, brazos muy flacos, cuerpo de sirena, o cara llena de espinillas… ¿qué más se puede agregar a esta descripción?

Una infinitud. Sucede que cada persona tiene el cuerpo que heredó de sus antecesores, madres, padres y abuelos incluidos, más algún pariente lejano incluso; y hasta tiene el cuerpo que fue moldeando con su vida y las decisiones, más el que la naturaleza le ha ido proporcionando. ¿Vas a negar que todo lo que ves es real?

Anita le envidia las piernas a Moraima; Yusmari no quiere tener ese pecho, quisiera el de su hermana, María Karla está haciendo ejercicios para que la parte de atrás esté cada vez más firme y sea atractiva, mientras que a Lety no le interesan esas cosas, lo de ella es poder entrar en una talla menos.

 A la abuela de Lisandra hace rato que no le interesa ponerse los dientes, aunque la cara se le vea flaca; y la tía --ya lo ha confesado varias veces-- le pidiera prestado el cuerpo a la sobrina para ponerse sus licras. Así es ese universo de personas que nos rodea. Pero insisto: ¿dónde encajas tú con tu cuerpo?

Lo repito porque, como dijera el gran filósofo Aristóteles, “el cuerpo es el instrumento del alma”. Y si sigo buscando citas célebres, encuentro otra similar y aún más elocuente del filósofo y matemático griego Pitágoras: “no hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma”.

Hay de todo para escoger en este mundo tan diverso y creo que lo más sensato es saber responder dónde encajas tú con el cuerpo que llevas. Muchas personas no han aprendido o no quieren aceptar lo que tienen.

 ¿Eso es malo? ¿Es bueno? Confieso que hace mucho tiempo atrás decidí dedicarle suficientes minutos al asunto.

 Me miro al espejo y me alabo, me quiero y hasta me abrazo con ternura. Confieso más: si este cuerpo que tengo me molestara mucho, ya hubiera hecho algo para cambiarlo; no a la fuerza, no con cirugías estéticas y algunos inventos de ese tipo, sino con dietas, ejercicios y mi voluntad.

Espero que de alguna manera entiendas que lo que llevas contigo, es decir, tu cuerpo, responde a tus decisiones. Y si algunos de los ejemplos que has leído te describen, puedes algún día contar si lograste o no que tu cuerpo se supeditara a tus ganas y voluntad de vivir; o hiciste todo lo contrario. Solo te recuerdo un proverbio chino: "Nada sienta mejor al cuerpo que el crecimiento del espíritu".

Así que voy cerrando estas letras con otras exhortaciones. Acepta tu cuerpo, cuídalo, mantenlo sano, realiza ejercicios, leves o fuertes; camina, regálale gustazos, sin llegar a los trancazos, porque ese cuerpo, esa vestidura no se puede violentar; tampoco le pidas lo que no te puede otorgar, anímalo… que puede durar tanto como una vida.

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