lunes, 28 de agosto de 2023

La Única de Cuba

 



Por Beatriz Ramírez López

¿Cómo saber si el arte se ha quedado impregnado en la memoria colectiva? Cuando hablamos de Rita Montaner es muy fácil responder esa interrogante. Tararear o cantar “El Manisero” y “¡Ay, Mamá Inés!” va ineludiblemente ligado a su voz, a su forma característica de interpretar… Como mismo ella representa a Cuba, no se puede hablar de la cultura del archipiélago sin hacer mención a “La Única”.
El 20 de agosto de 1900 marcó la historia del arte cubano con el nacimiento de Rita Aurelia Fulceda Montaner y Facenda. Más conocida por sus dotes de soprano, la artista se desempeñó en el teatro, la radio, la televisión y el cine, convirtiéndose en un referente de la mayor de las Antillas y una creadora universal.

Incursionó en variados géneros como la ópera, la zarzuela, la música popular cubana, de la mano de los compositores Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig, Eduardo Sánchez de Fuentes, Eliseo Grenet, Moisés Simons, Jorge Anckermann y Sindo Garay.

Justamente, su interpretación de la zarzuela Cecilia Valdés, del maestro Gonzalo Roig, constituyó una de las representaciones más populares y épicas de Montaner a nivel internacional.

Otras de sus grandes puestas en escena son las óperas La médium, La Gioconda, las operetas El Conde de Luxemburgo y la obra Niña Rita.

Aunque su faceta de compositora ha quedado prácticamente en el olvido o es la menos mencionada de su vida y obra, Rita Montaner legó el tango canción “En tu boca”, el bolero “Así eres tú”, la comparsa “Arrolla” y un tango africano llamado “Ma Isabel”.

Sobre La Única, el escritor Alejo Carpentier refirió: «Ella se ha creado un estilo; nos grita, a voz abierta, con un formidable sentido del ritmo, canciones arrabaleras escritas por un Simons, o un Grenet, que saben, según las cosas, a patio de solar, a batey de ingenio, puesto de chinos, fiesta ñáñiga o a pirulí premiado (…), tiene el mérito de haberse especializado en ese folclor».

Por su parte, la escritora Fina García-Marruz expresó que incluiría a Montaner entre las risas cubanas. «Porque Rita tenía la voz mejor, toda en la risa; risa que no era ya, como en tanta otra seguidora de más y menos tierra, volcán del cuerpo que echa afuera, a sacudidas rotas, las entrañas vaciadas, sino risa que se atrevía más allá de la sonrisa, sabiduría del alma, sólo para hacerla participar de los goces de lo inmediato y calentarlo con su sol humano, risa entre carnal de mediadora, lisa y brillante peonía de gracia».

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