Por Marilys Suárez Moreno
Agonizaba, pero rechazó ser atendida por el enemigo. Prefirió morir vistiendo el traje de miliciana que la honraba y reafirmar su condición de mujer revolucionaria. Solo dos palabras pudo decir en su agonía: ¡Patria o Muerte”.
Historias como la de la campesina Cira María García Reyes, no pasan al olvido. Ella había elegido desde muy joven estar al lado de los cenagueros, aunque había nacido en Jagüey Grande, el 8 de junio de 1920 y huérfana desde temprana edad quedó al amparo de sus tíos maternos, residentes en la Ciénaga de Zapata.