Por Lianne Garbey Bicet
Querida amiga,
En estos tiempos en que el ruido parece abrumar la verdad, me veo impulsada a escribirte estas líneas, no sólo como un gesto de solidaridad, sino como un llamado a la acción. Es fácil perderse entre las sombras del silencio, pero quiero recordarte el poder inquebrantable que yace en el núcleo de nuestra voz.
Tu palabra es tu fuerza más valiosa. Es el puente entre tus pensamientos y el mundo; es lo que te permite definir tu espacio, tus límites y tus sueños. No hay acto de violencia, física o emocional, ninguna situación injusta o menosprecio que deba ser acogido en silencio. El silencio, aunque a veces es refugio, muchas veces es también la celda que nos encierra en la impotencia.
Levanta tu voz, querida amiga, no sólo para ti, sino para todas aquellas que aún no encuentran el camino para hacerlo. La palabra es nuestra herramienta más potente para erradicar la oscuridad de la ignorancia y del abuso. No permitas que el miedo te silencie, porque cada palabra que pronuncias puede ser el faro para alguien que está perdido en la tormenta.
Y qué momento más propicio para recordarte esto que en el Día Mundial de la Palabra. Este día simboliza nuestra capacidad para cambiar el mundo a través del diálogo, de la comunicación y del entendimiento. Cada vez que eliges hablar, eliges participar en la construcción de una realidad más justa y equitativa. Sigue el ejemplo de quienes, a través de la historia, han encontrado en el lenguaje una herramienta de emancipación y expresión.