Texto y fotos: Blanca Bonachea Rodríguez
En el silencio forzado del aislamiento, entre las cuatro paredes de su hogar, en Matanzas, la arquitecta Aurora Elizabet Socorro Blanco encontró un eco de resiliencia que transformó en espacio para las manualidades hace ya varios años.
Acostumbrada a la grandiosidad de las obras de construcción, volcó su mirada creativa hacia lo pequeño, lo manual y lo profundamente humano que marcaría el nuevo rumbo en su vida; un refugio artesanal llamado "Aurora Natural".
Pintura, cuadros, elementos de carpintería y adornos comenzaron a nacer en su casa, no solo como pasatiempo, sino también como acto de resistencia creativa y un modo de involucrar a sus tres hijos en una actividad familiar llena de color y texturas.