Por Marilys Suárez Moreno
La patriota insigne de Santa Clara quiso y honró con sus actos, todo el tiempo de su vida, a la ciudad que tanto amó.
Marta de los Ángeles Abreu Arencibia, una mujer que es orgullo de su ciudad y que realizó importantes aportes a la lucha independentista cubana.
Nacida el 13 de noviembre de 1845 en Santa Clara, actual provincia de Villa Clara, y criada en el seno de una familia acaudalada, desde muy joven Marta viajó por los Estados Unidos y Europa y tuvo una educación apreciable y una cultura refinada para una época en la cual las mujeres apenas podían cursar unos pocos grados, pues el hogar, las labores y las tareas domésticas regían su existencia.
Casada con Don Luis Estévez y Romero, de cuya unión nacieron dos hijos, subesposo fue un hombre notable y de ideas avanzadas como su ella. Abogado, publicista, catedrático de la Universidad de La Habana y Vicepresidente de Cuba en 1902, no solo comprendía a plenitud los empeños de Marta, sino que la secundaba en sus acciones e ideas de beneficio popular en su patria chica y en sus ansias de lograr una nación libre y soberana.
Importantes donaciones de dinero y objetos valiosos salieron de las manos y el patrimonio de Marta Abreu y fueron designadas a personas necesitadas, instituciones benéficas y obras, así como a la causa independentista a la que ella y su esposo se sentían muy ligados y que apoyaron todo el tiempo desde dentro y fuera de Cuba, no solo con donativos, sino con su constante adhesión a la lucha emancipadora que se llevaba a cabo en el país.
Es bien conocido que parte de su capital lo destinó Marta a mejorar los estándares de vida de su ciudad natal. Por ejemplo, construyó el teatro La Caridad, cuya recaudación se destinaba al sostenimiento del Asilo de Ancianos que también fundara ella. De igual manera, financió la construcción del San Vicente de Paul, un albergue destinado al alojamiento de personas en situación de miseria, y fundó la escuela El Gran Cervantes, donde recibieron educación niñas y niños negros.
El aporte de Marta al mejoramiento de su ciudad y a las personas desvalidas y de pocos recursos fue constante durante toda su vida. El amor a Santa Clara la llevó a dotar de material científico a su Estación Meteorológica y estableció, además, un cuartel de bomberos y un dispensario médico en la provincia.
Muchas otras obras de impacto social tuvo Santa Clara, gracias a una de sus hijas predilectas, quien destinó su fortuna a las misiones de beneficio social y público, entre ellas la construcción de una planta eléctrica para el servicio de alumbrado público, una fábrica de gas y cuatro lavanderías populares, entre otros servicios comunitarios.
Contribuyó, además, con importantes recursos monetarios destinados a la compra de armas y materiales de guerra para la lucha emancipadora en Cuba, así como refuerzos y colaboraciones de otro tipo, como sus pronunciamientos y adhesión constante a la causa por la libertad.
Marta Abreu falleció a los 64 años en París, el 2 de enero de 1909. Un mes después de su muerte, su esposo se quitó la vida, desolado por la pérdida de su compañera de toda la vida.
Desde entonces, Santa Clara y toda esa central provincia rinde tributo a la mujer patriota y abnegada que amó intensamente a su ciudad natal, al extremo de que hoy a esa urbe cubana se le conoce como la Ciudad de Marta Abreu, reciprocándole así su amor constante y desinteresado. Por demás, un monumento en el Parque Central de la Ciudad, la honra.
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