Fotos: Oscar Alfonso Sosa
Por Roxana Hernández Puente
El paso de los años, desde aquel momento en que acomodó en una mochila su aventura estudiantil que la llevaría al Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Eusebio Olivera, le regala toda la razón a Isi Veitía Coba: sería una mujer de ciencia.
La muchacha de Quemadito, en el municipio Fomento, lo cuenta con esa sonrisa tranquila y la firmeza que le acompañan en los escenarios del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), de Sancti Spíritus, sitio que conoció por vez primera en 2005, en las prácticas laborales del cuarto año de la carrera de Biología, y donde dos abriles más tarde comenzaría su vida profesional.
Para llegar aquí, tuve mis mejores conspiraciones con profesores como Luis Mario, mi motivador por excelencia para la Biología en el preuniversitario, refirió quien hoy se desempeña como tecnóloga y Especialista Principal de Gestión de la Calidad y Asuntos Regulatorios.
Aún siente la emoción que le produjo la noticia, cuando concedieron las carreras en duodécimo grado: Isi iría a Santiago de Cuba a estudiar Biología. Ni las distancias a recorrer, ni el desconocido terreno a pisar hicieron mella en ella; todo lo contrario, aceleraban las energías y deseos de comenzar.
Atrás quedaban los sanos deseos de los padres de que matriculara en la Universidad de Ciencias Informáticas, "algo que hubiese sido un fracaso total", reveló sin penas.
Con solo 18 años, la guajira de Quemadito tomó la carretera hacia la Ciudad Héroe y tampoco necesitó muchos días para saber que allí tendría la posibilidad de una formación integral.
"Montañas, mar, litorales costeros y otros entornos nos servían como laboratorio de campo y los conocimientos del aula tomaban otra dimensión cuando íbamos a esos sitios a investigar, en un mundo lleno de incógnitas, curiosidades, y revelaciones", puntualizó.
"En ese momento voy asimilando lo que se decía de la magia de la Universidad de Oriente en la preparación de profesionales de ciencias, pues fue un lustro intenso, en el que venía a casa pocas veces al año, ya que por la lejanía permanecía allí", aseveró.
Eso me hizo muy independiente, me enseñó a vivir, pensar y actuar por mí misma, a solucionar los problemas con decisión y lo agradezco hoy, dijo.
Para Isi Veitía Coba, fue una dicha que los estudiantes de Biología estuvieran estrechamente vinculados al Centro para la Atención a los Ecosistemas de la provincia oriental, por los excelentes profesores y otros profesionales que les acompañaron en aquellas prácticas en el terreno, donde monitoreaban permanentemente la vida de los ecosistemas.
Recibías una perfecta formación como biólogo de campo, refirió, pero no como un especialista de laboratorio, una barrera que se hizo frágil por la ayuda de los especialistas del espirituano CIGB desde aquellas prácticas y hasta la actualidad.
"Me apasiona mucho el ámbito de las tecnologías, los escalados productivos, de las mejoras de productos y he estado vinculada a diferentes proyectos, como el de las proteínas para el diagnóstico del VIH o con el anticuerpo para la identificación de la Hepatitis B", manifestó.
"La COVID-19 impuso un reto para el colectivo, un desafío que vencimos con dedicación, empeño y responsabilidad porque estábamos conscientes de lo que estaba en juego y siempre tuvimos la certeza de una respuesta precisa; es un sentido del deber que nos mueve de manera permanente, en el que el aporte de los experimentados y de los jóvenes es la base para el desarrollo de todo.
"Saber que ese trabajo va a ser la respuesta para una enfermedad infecciosa, para la cura de un padecimiento o para la liberación analítica de un producto constituye un incentivo, y el quehacer de un equipo, sólido, unido y preparado lleva a los resultados", subrayó.
Mas el reto de Isi tiene peculiaridades, pues aunque nunca le ha faltado el apoyo de la familia, ha tenido que criar sola a su hija. "A ella le gusta lo que mamá hace colabora y se ha enamorado, poco a poco, de este mundo", apuntó.
Su verbo se hizo firme cuando afirmó tener en Rosa Elena Simeón y Marta Ayala a dos referentes imprescindibles en su carrera.
"Soy parte de un colectivo de permanente hacer. He estado vinculada, por ejemplo, a proyectos de la especialidad de Criminalística, acotó. Ahora, agregó, trabajo en el desarrollo de anticuerpos para la vacuna del papiloma y llevo el aseguramiento de la calidad que también es un reto puesto que laboramos por una única salud y tenemos que brindar productos que cumplan los requisitos de las buenas prácticas de fabricación.
"Me apasiona mucho cuanto hago y si algo quisiera es tener más tiempo para estudiar y aportar a la ciencia, que mis días fueran de 48 horas, asevera con la tranquilidad y la determinación que le acompañan, presta siempre a vencer las metas con dos valiosos recursos: vocación y dedicación".
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