Una página en la vida del Apóstol de la independencia cubana, José Martí a propósito de su primer encarcelamiento y sometimiento a trabajos forzados, indulto y posterior destierro a Isla de Pinos, entre el 5 y el 28 de septiembre de 1870.
Por Marilys Suarez Moreno
Su dedicación a la patria le vino desde muy niño a José Julián Martí Pérez, el único varón del joven matrimonio que formaban el valenciano Mariano Martí y la canaria Leonor Pérez, de entre un concierto de siete niñas, y fue causa de la incomprensión de sus padres que veían en su inteligencia una proyección para el disfrute de una holgada vida familiar futura, sin sobresaltos ni penas.
La Habana de intramuros, donde había nacido el 28 de enero de 1853 no era ni por asomo la bulliciosa y colorida ciudad de nuestros días, sometida como estaba al despotismo del colonialismo español, y Martí, estudioso, reflexivo y preocupado desde que tuvo uso de razón por la causa libertaria de su país, sintió tempranamente que debía de hacer algo por la patria oprimida.
Inteligente y dedicado como era, sus calificaciones escolares siempre fueron excelentes desde los primeros grados. Fue alumno del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana y posteriormente del colegio San Pablo, fundado y dirigido por Rafael María de Mendive, donde prosiguió el bachillerato.