Tomada de TV Yumurí
Por Aime Sosa Pompa
La Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) está celebrando, durante todo este año, su aniversario 50, con la voluntad de empoderar a las mujeres en los ámbitos agropecuarios y agrícolas, desde el movimiento cooperativo y el fortalecimiento de las fincas de todo el territorio nacional.
En medio de un contexto difícil, su membresía participa en las acciones de aprendizajes colaborativos, capacitación y adopción de nuevas tecnologías, enriqueciendo el estado de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2030.
Para estar al tanto de los propósitos de sensibilización del tema de género y una cultura de equidad, la revista Mujeres conversó con Aurelia Castellanos Quintero, su presidenta en La Habana.
Actualmente, con una membresía de unos 2 mil asociados y asociadas, agrupados en 12 sociedades, cuentan con un área dedicada a los derechos de las mujeres, en pos de su empoderamiento desde el liderazgo.
Ya se pueden mencionar como ejemplos, en ese sentido, el desarrollo de proyectos localizados en Marianao con sistemas integrados de ganadería agroecológica, uno de transición agroecológica en Guanabacoa, el del Polo Productivo Jaramillo de la Lisa, más el de producción forestal en Habana del Este.
RM: Ustedes han logrado una alianza importantísima con la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (Actaf), en esta cuestión de la mujer rural, sobre la base de la cultura y la educación popular....
Aurelia: Tenemos alianzas con todas las organizaciones de la sociedad civil cubana, pero las más cercanas son la Actaf, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (Anap) y la Asociación Cubana de Medicina Veterinaria (ACMV). Sobre todo, para la capacitación en el tema de las mujeres y la juventud con la agroecología. Nos enfocamos también en incorporar a los y las jóvenes a la tierra, para que comprendan el valor que tiene trabajarla. Nos auxiliamos mucho del Palacio Central de Pioneros, donde tenemos un órgano de base; de los institutos encargados de investigaciones porcinas, avícolas, forrajes, el mejoramiento de genética animal, la inseminación artificial. La idea es ir vinculando a la base con los científicos y ayudar a los productores y productoras en temas de integración.
Adiestramos a personas que se quieran asociar a nuestra organización, para aprender y hacer, sobre todo, en la rama animal, de forma correcta. O sea, lo que hacemos es enseñar a las personas asociadas a hacerlo mejor.
Para eso tenemos, además, una revista y una editorial que tiene más de 50 tipos de libros y textos técnicos para aprender sobre alguna producción animal.
RM: En cuanto a la mujer rural, coménteme sobre los cambios y perspectivas que se tienen después de una pandemia, que nos ha dejado tantos retos.
Aurelia: Sí están muy empoderadas las que están vinculadas mediante proyectos de colaboración, porque sin recursos no se puede trabajar el tema género. Son líderes en su comunidad, arrastran a otras personas, les demuestran igualmente a los directivos que sí se puede. Porque hay tabú también entre quienes piensan que ellas no pueden tener acceso a la tierra o a decisiones importantes. Están buscándose un espacio, da buenos pasos, ponen en un lugar importante a los que están aprendiendo en los procesos formativos. Hoy sus tierras están en forma diferente y en sus alrededores están viendo mujeres que se están queriendo unir a estos movimientos. No lo que quisiéramos, ni tampoco lo que hemos trabajado para ello. Este es un tema muy lento, yo pienso que el principal problema que tiene Cuba son esos directivos que no participan en los procesos, no saben ni que el problema existe. Es un desconocimiento total. Y si tú no sabes que el problema existe, ¿cómo actúas contra él? Esa es una de las cosas más importantes que se debe resaltar; pero las mujeres como tal, en su radio de acción, están teniendo un papel importante.
RM: En este necesario y gran asunto de género, ¿qué otras particularidades consideran deben realzarse aún más?
Aurelia: Deben promocionarse los movimientos de las mujeres que están haciendo roles que no son los asignados a ellas, mostrarlas por todas partes. Para mí eso es lo más importante: que tengan acceso público, que puedan hablar. A veces en cualquier medio de comunicación el hombre da una entrevista, siendo ella la decisora. Debe existir la intención de que, cuando hay una mujer en un proceso, sea ella la que participe. Y después, no darles más cargos directivos porque tengan un peso de trabajo, sino que se debe entender ya el valor de que en los procesos que participan las mujeres, también tienen que participar los hombres. Porque, incluso, en algunos momentos ellos son víctimas por encasillarse: son los proveedores del dinero, los que tienen que traer las cosas a la casa, y eso también ha sido un conflicto. Pero creo que dejándolas participar y demostrar lo que han logrado, ya es bastante importante. Hay veces que no pueden ni hablar, que no pueden estar levantando la mano, porque viene un hombre y se te puso delante y prevalece su criterio. Tenemos una cantidad de cosas que demostrar. Algo que nos dijo una muchacha de 20 años el otro día, en un taller de género: “Basta ya de que tengamos que buscar espacios, son nuestros. ¿Nos tenemos que pasar la vida buscando espacios? ¿Por qué? Son nuestros espacios y nos los tienen que respetar”. Y a mí me gustó mucho. Eso es lo que más tenemos que hacer.
RM: Usted es una directiva con muchos años de experiencia. ¿Qué puede decirles a las mujeres que están leyendo esta entrevista?
Aurelia: Siempre que se quiere, se puede. Siempre que no se considera un trabajo como una carga, se puede. No se debe hacer el trabajo porque esté asignado. Si a tí te gusta manejar un tractor, manéjalo. Lucha por manejar el tractor. Si a ti te gusta tener tu finca, aunque siempre históricamente sean los hombres los líderes de la finca, trata de ser tú. Demuestra que es importante estudiar, capacitarse; demuestra que hay que compartir las labores de la casa, que no es una ayuda lo que te están dando, que hay que compartir. Que si se tiene un hijo ¿por qué es la mujer la que tiene que dejar de ir a trabajar cuando el niño se enferma o cuando el abuelo se enferma? ¿Por qué es a la mujer a quien le toca? A veces nos encasillamos con que el abuelo es mío y tenemos que darnos ese valor nosotras también. ¿Por qué? Ese es un espacio que hay que ganarse, pero que es muy importante, y lo vi en un taller reciente: tenemos que aprender a negociar, en todos los sentidos, a tener y a darle participación al que está al lado de uno, a decirle: “mira, me gustaría así”. ¿Por qué no?
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